domingo, 23 de mayo de 2010

Probablemente yo no esté aquí dentro de diez años

(A propósito de del post anterior…
LA GRAN PREGUNTA: ¿De qué vamos a vivir dentro de 10 años en España? ¿Y en Murcia?)

Por Antonio G. Molina. Licenciado en Filosofía y Letras

¿De qué vamos a vivir en España y en Murcia dentro de diez años? se preguntaba un colaborador habitual de su diario hace unos días. El artículo de opinión lo firmaba un miembro del Consejo Económico y Social de la Región de Murcia con una trayectoria muy larga en el espacio sindical.

Su afirmación postulada en la cabecera de su columna asemeja a aquellas citas en latín que el predicador extraía de la Biblia para el inicio de su sermón: como todo mensaje que debe aceptarse por ser “palabra de Dios” sería la razón primera y última del discurso terrorífico sobre nuestras culpas y pecados que nos lanzaría el dominico o jesuita al estilo de San Ignacio de Loyola.
La culpa es nuestra, ¿pero cómo y de quienes? Deducir que los 300 millones de chinos están “viviendo cada vez mejor” en base a que su PIB está creciendo al 13%, mientras los “viejos” pobladores de Europa debaten sobre competencias territoriales o derechos de minorías, es probablemente una falaz argumentación del más recalcitrante estilo ultra-nacionalista y conservador.

Defender que la causa de la crisis de las hipotecas y del sistema financiero se debe a los bajos niveles de productividad, competitividad e investigación, es una simplificación que exonera a los banqueros, a los especuladores y a los organismos reguladores y controladores de los mercados: los mismos que, con una complicidad cínica primero, no valoraron los fraudes y taparon las operaciones y los productos financieros basura de alto riesgo, y ahora “apuestan” por la desconfianza en los bancos centrales que les facilitaron millones a espuertas para sostener el sistema. Vuelven a provocar el caos en Grecia o en Nueva York depreciando acciones a papel sin valor para a los pocos minutos recuperar o superar su cotización anterior a la maniobra.

Poner como ejemplo los modelos de producción chino o hindú y citar aunque de pasada el concepto de “costes laborales” no deja de ser un eufemismo al conocer aunque en la distancia, la situación y los derechos sociales casi inexistentes en esos países.

Basar el funcionamiento y la regulación de la sociedad mediante las leyes del mercado: consumo público, consumo privado y exportaciones dentro de una concepción liberal y abandonar una definición de valores humanos, sociales y políticos, dentro de una ideología donde deben primar los derechos a la vida, la libertad, la igualdad de acceso a los bienes, corresponde a la ideología de los poderosos donde la igualdad no pasa nunca de ser una utopía inalcanzable.

Todo ello por no sonreír con sarcasmo cuando afirma que “los chinos nacen pensando que el mundo es su mercado”. Lo poco que conozco de los chinos de aquí es tan oscuro que no he observado en sus rostros ningún signo de poder que vaya a conquistarme, de los de allá, por el precio de venta de los productos manufacturados que inundan nuestros mercados y el precio internacional de las materias primarias y energéticas dudo que tengan un nivel de renta social ni por asomo similar a nuestra sociedad europea en crisis.

Hacer hincapié en el necesario aumento de la productividad, de una reforma laboral orientada a rebajar las barreras para facilitar la contratación, partidaria de reducir la inversión y el gasto público a una “dieta estracita”, sin duda quiso decir “estricta”, rigurosa y sin excepciones, y un necesario cambio de modelo productivo, y para la galería, una tópica e ingenua ¿reforma del sector financiero? ¿A donde nos llevaría?

Que venga este planteamiento de un representante sindicalista solo me caben dos opciones: que ha tenido una fiebre de adoración al Capital o que las actuales organizaciones sindicales han abandonado los planteamientos de defensa de los derechos de los trabajadores por una tecnocracia de gestores de servicios jurídicos, formativos y de ocio de los afortunados que conservan el puesto de trabajo.

Sobre la “necesaria” reforma del sector financiero que campa a sus anchas en paraísos fiscales, con operaciones y productos de dudosa legitimidad pero que tiene en su poder tal cantidad de poder que pueden hundir la economía más boyante apostando a la baja y sin invertir ni un céntimo ¿Quien le pone el cascabel al gato?

Si he de creer que existen empresarios buenos afirmo que solamente creo en aquellos que tienen sentido de patria y defienden su negocio a capa y espada sea cual sea el partido político que esté en la Moncloa; en aquellos que cuando les hacen ofertas para que vendan y liquiden sienten su negocio y sus trabajadores algo más que un número o un coste de producción a reducir como sea; aquellos que consideran rentable un beneficio neto del IPC + 3 y no cuentan como pérdidas los beneficios no obtenidos o cuando no “doblan”; en aquellos que su empresa es su empresa, de su familia, de su país y que tributan de acuerdo con su única contabilidad; los que discuten, acuerdan y cumplen con sus trabajadores.

Luego están los “otros”, grandes y pequeños, siempre pequeños, abusando de los que dependen de ellos, en todos los sectores, justificando la ausencia de humanidad en razón de la economía sin moral de mercado, algunas veces falsamente y siempre defendiendo la diferencia y proclamando que cuándo tuvieron o estuvieron mejor los “sobreros”.

¿Qué herencia y estructuras socioeconómicas vamos a dejar a nuestros hijos y nietos? ¿Que modelos y principios imperecederos que sean conquista nuestra y aceptada por todos los ciudadanos con independencia de sus creencias en lo trascendente? ¿Qué pacto social democrático que contenga los valores indispensables para garantizar una convivencia en la diversidad ideológica, cultural y personal? Basta ya de “economía” como gestión de recursos escasos e instrumento para el control de la sociedad, va siendo hora de iniciativas, de ilusiones, de modelos de crecimiento sostenible y de respeto a nuestro planeta en nuestro entorno directo.En 2020 deberemos tener Madrid a una hora y cuarenta y cinco minutos en AVE, un español o castellano como lengua culta de intercambio de carácter europeo e intercontinental además de tres lenguas en Cataluña-Valencia, Euskadi y Galicia, una estructura política donde cada ciudadano tenga la misma cuota de soberanía y representación, una sociedad mejor distribuida económica y socialmente en la sanidad, la educación y el bienestar y un estado preocupado por dejar a nuestros descendientes un modelo de sociedad sostenible ambiental, energética y ecológicamente aunque yo no lo vea.

sábado, 8 de mayo de 2010

MEMORIA DEL TALLER SOBRE LA CRISIS ECONÓMICA



LA GRAN PREGUNTA

¿De qué vamos a vivir dentro de 10 años en España? ¿Y en Murcia?








tiriti tran tran tran
tiriti tran tran tran tran
tiriti tran tran tran trero
ay tiriti tran tran tran
[…]que con la luz del cigarro yo vi el molino
se me apago el cigarro perdí el camino

perdí el camino mare, perdí el camino
ay que con la luz del cigarro yo vi el molino ...




Aprender sin pensar es inútil, pensar sin aprender peligroso e intentar salir de la crisis sin trabajo y talento es una macanuda gilipollez. Así hablo el joven profesor. “Oscuros tiempos en que es necesario explicar lo evidente”. Abreviando, en tres golpes y un ejemplo…
Primero… ¿Dónde está el problema? El diagnóstico.
La cantinela de que la crisis es mundial y, consiguientemente, que la culpa es de los demás no es creíble. Por ejemplo, el PIB de China ha subido hasta el 13% en abril. 300 millones de personas están viviendo cada vez mejor, ¿A costa de quién? De un continente viejo que debate sobre competencias territoriales y derechos de minorías. ¿Hay alguna borrega viva? Los cuatro millones y medio claman para despertarlas.Que la crisis de las hipotecas subprime azotaría con dureza a España y, especialmente, a Murcia era lógico a la vista de los hechos. Pero, además, nosotros vivimos nuestra propia crisis, que arrastramos desde mucho antes, y que sólo el brillo del oro, provocado por el ladrillo, ha sido capaz de ensombrecer. Una realidad marcada por bajos niveles de competitividad, productividad, investigación... Tan es así, que nuestro talento cogía el portante en busca de mecenas en otros lares. Que no, que no. Que hay que exportarlo todo menos el talento. Hagamos adaptaciones curriculares para evitar que los mejores se marchen a buscar quien los escucha,… mientras se hacen ricos con sus ideas.
Los remedios aplicados, más allá del rescate de los bancos, se han centrado en conectar a la máquina de respiración asistida a empresas y a muchos ciudadanos desmontados. Estas medidas han servido para aliviar los primeros síntomas a costa de disparar el déficit público y, en el ámbito laboral, blindar la dualización del mercado de trabajo y desincentivar la búsqueda activa de empleo o la vuelta adelante. Ya venimos del garantismo, ahora hay que debatir cuales son los deberes y no los derechos.
Segundo…Lo que no hemos hecho. La crítica.
Tres motores mueven la economía: el consumo público, el consumo privado y las exportaciones. Los dos primeros nos los hemos merendado y el tercero… ¡Hostias Pedrín…no podemos competir con los costes laborales de China y de la India! “…cuando ya no puedes hacer las cosas más baratas ni mejores que los demás, entra en juego la innovación […] Llevamos dos años de crisis y aún no hemos hecho nada".
¡Vaya lío!, encima, los chinos nacen pensando que el mundo es su mercado y nosotros seguimos pensando que el mercado son los sitios esos donde unas señoras con moño y delantal vocean… ¡Nena, nena, nena, braga a do euro, la que no lleva bragas es porque no quiere!
Tercero… Deja de reguñir y de criticar… y aporta. La propuesta.
A corto…. trabajar la competitividad y… pasarlo mal. Devanarse los sesos para hacer de nuestra economía, una economía exportadora (ahí es donde hay que hacer política). Promover círculos virtuosos y de innovación que faciliten la interacción del talento, la gestión y el dinero. Tres elementos que de forma aislada se desvanecen sin dar lo mejor de sí mismos. Acometer con decisión la reforma del sector financiero. Aprovechar al máximo los recursos y capacidades que, de momento, aún tenemos. Por último, la reforma laboral no puede esperar más ni dejar de responder algunas preguntas: ¿Quién crea empleo? ¿Por qué no aumenta la contratación? ¿Qué se puede hacer para eliminar las barreras que frenan la contratación? ¿Cómo podemos convencer a alguien para que contrate? ¿Cómo podemos ayudarle? Ayudemos a todos, incluido el empresario, sobre todo ahora.
A largo… cuestiones estructurales y…cambiar de modelo. Lo del cambio de modelo productivo lleva lo suyo. Mientras tanto tenemos que emplearnos en ganar la competitividad perdida. Apliquemos una dieta estracita al sector público. Acometamos una reforma urgente y profunda de la justicia que garantice la seguridad jurídica. Desarrollemos una reforma del sistema educativo que promueva la iniciativa emprendedora, premie el talento y facilite la adquisición de un segundo idioma. Apoyemos a los medios de comunicación de verdad y no a los tabloides. Revisemos, también, los sistemas de reclutamiento y selección de los políticos… ¡Soooooo!
El paradigma ¿De qué vamos a vivir dentro de 10 años en Murcia?
Pues mira por donde, sí, tenemos que ser Florida, y no Hollywood, y a eso hay que volcarse. No es fácil, tenemos que cambiar el chip. Nuestros zagales tienen que romper a hablar ingles en un santiamén: becas, gratuidad, estancias,….. Aprovechar nuestras ventajas competitivas: sol, paisaje, cultura, seguridad, comunicaciones, gastronomía….y una sanidad de primera que podríamos exportar sin movernos ni un paso. ¡Acho, lo tenemos todo! No es verdad, nos sobran las complicidades con los estafadores, los especuladores, también nos sobran negociantes y nos faltan empresarios, que no es lo mismo.
Reinventar nuestra agricultura: diversificada, distinta, ecológica,…así como la industria relacionada potenciando el diseño, la investigación y la puesta en valor de sus bienes y servicios.
…y el maestro José Mercé (alias El Morros) nos canta…”Diciembre esta en la calle y la primavera dentro”. ¡Ahí está er tío!